
Pausado como de costumbre, nos cuenta, no sin una cierta satisfacción -pero sin nostalgia aparente-, su tan intensa carrera. FIFA.com ha tenido la oportunidad de entrevistar en exclusiva a un hombre que apenas ha hablado con la prensa escrita desde el verano alemán, con motivo de su viaje a Zúrich para asistir a la Gala del Jugador Mundial de la FIFA.
Zinédine, ha venido usted a Zúrich para asistir a la Gala del Jugador Mundial de la FIFA. ¿Qué opina de sus dos compañeros de podio, Fabio Cannavaro y Ronaldinho?

Ha tenido usted un año 2006 muy cargado. ¿Con qué se quedaría en particular?

¿Y en el aspecto personal?
Desde que puse fin mi carrera, ha habido un acto tras otro, no he tenido tiempo de parar. Pero es gratificante e interesante encontrarse con gente que está en ambientes totalmente distintos al fútbol, como en Bangladesh. También he conocido a personas impresionantes, como el Premio Nobel de la Paz. Y me he encontrado con mis raíces al pasar unos días en Argelia.
Su tarjeta roja eclipsó un poco el resto de la final de la Copa Mundial de la FIFA, en la que sucedieron muchas otras cosas. Cuéntenos para empezar el penal que lanzó…
No tenía pensado tirar al estilo Panenka, aunque sabía que iba a hacer falta algo especial. Normalmente tiro los penales siempre del mismo lado. Pero tenía enfrente al mejor portero del mundo, junto con Barthez. Por lo tanto, debía hacerlo de un modo distinto. Cuando coloqué el balón, ya sabía que iba a lanzar a lo Panenka. Entonces vi que el balón había traspasado la línea, de forma bastante clara.
Otro momento importante fue el remate de cabeza que Buffon despejó con una mano magistral…

¿Dónde y cómo vivió el final del encuentro?

Para muchos analistas, su mejor partido fue el de Brasil. ¿En ese encuentro se encontraba usted en un estado de ánimo particular?
Jugar contra Brasil siempre es distinto. No nos preparamos especialmente, pero enfrentarnos a este rival siempre nos ha inspirado. No nos hacemos preguntas, contra ellos jugamos como queremos. No se trata de mí especialmente, todo el equipo rindió muy bien, eso es lo que hizo de ese partido algo tan excepcional. Es cierto que hice dos o tres jugadas que salen un poco de lo común, ¡siempre es agradable!
La competición fue in crescendo para nosotros. Empezamos despacio, nos mostramos tímidos, los partidos de la liguilla fueron muy complicados. La victoria contra Togo nos permitió olvidar toda la presión que quedaba del fracaso de 2002. Lo necesitábamos para tener confianza. Luego le ganamos a España, que tras una primera fase muy vistosa se había convertido en uno de los grandes favoritos, eso aumentó todavía más nuestra confianza. Después nos enfrentamos a Brasil, y ahí ya no teníamos nada que perder.
En vísperas de los octavos de final, la prensa española no fue muy cariñosa con usted. ¿Eso le ayudó a fin de cuentas?
No necesitaba una motivación adicional frente a España. Jugar un Mundial, o incluso dos, es una rara oportunidad, todos los jugadores lo teníamos en mente. Para mí era el tercero, y el anterior había sido un fracaso estrepitoso. Con todo, oír los comentarios de la prensa española, que quería "jubilarme", es evidente que eso me espoleó un poco. Tenía ganas de decirles "miren, no, esta noche no voy a terminar mi carrera", sin hacer nada más. ¡Sobre todo estaba encantado de haberles ganado y de continuar la aventura!
¿Pero creía en ello, pensaba que podía llegar a la final?
Sabíamos que, en cuanto al potencial, teníamos un gran equipo. Antes del torneo, todos nos decíamos que si estábamos físicamente a punto y centrados psicológicamente, íbamos a poder conseguir algo en Alemania. Y así fue, fuimos de más a más -al margen de un encuentro flojo contra Portugal- y lo hicimos bien en todos nuestros partidos.
Ahora tiene usted otro desafío: triunfar después de su carrera. ¿Cómo vive este momento de transición?

El final de una carrera también supone la ocasión de recapitular. ¿Puede decirnos cuál cree que fue su mejor partido?
Mi partido de referencia es una semifinal de la Copa de Europa contra el Ajax con el Juventus. Ganamos 4-1, di dos asistencias y marqué un gol. Después miramos las estadísticas y recuerdo que perdí muy pocos balones. Y fui muy eficaz en mis pases. Esa noche hice un partido completo.
¿Y el momento más grande de su carrera?

Cuando Ronaldo está en forma, es un futbolista excepcional. Yo le vi hacer algunos gestos que me impresionaron de verdad. Ha tenido muchas lesiones en su carrera, ahora acaba de recuperarse de otra. Es difícil decir si volverá a su nivel, pero yo sé que es capaz de hacerlo. Al cien por cien de su capacidad, para mí es el mejor. Lo tiene todo. En concreto una técnica que en la pantalla no parece extraordinaria, pero en realidad hace lo que quiere con el balón. Y también tiene algo muy poco común: corre más con la pelota en los pies que muchos jugadores sin ella. Y, por último, es muy hábil delante de la portería. ¡Es Ronaldo y no hay muchos en el mundo!
¿Cuál es la persona que más ha influido en su carrera?

Su carrera se prolongó durante casi quince años. ¿Qué cree que es lo que más ha cambiado en el fútbol?
En los años 80, la técnica era primordial. Los defensas quizás estaban menos preparados tácticamente, había más espacio y más tiempo. Hoy hay que jugar rápido, pensar rápido. Y además todos son atletas, con lo que se ha invertido la tendencia: en primer lugar hay que estar preparado físicamente. Si uno tiene la técnica y el físico, como Ronaldinho, es perfecto, pero si uno es sólo técnico, eso ya es problemático. Cuando vemos a los jóvenes de hoy en día, todos son grandes y fuertes, y también tienen técnica. Fíjense en Hatem Ben Arfa, del Lyón, es corpulento y veloz. Pero puede que en los próximos años eso vuelva a cambiar, ¿quién sabe?
Después de 30 años, tu cuerpo cambia. Cada vez resulta más complicado recuperarse después de un partido. Cuando uno juega tres en una semana, es inevitablemente más difícil. Al final de mi carrera, eso me pesaba mucho. Y el espectáculo se resiente a la fuerza. En el futuro, si queremos conservar la cara espectacular del fútbol, puede que haya que pensar en jugar menos partidos.
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