
Queda saber si el Barça encajará el golpe, si mantendrá el plan de vuelo y el nivel de confianza o si aprenderá a recibir golpes y se hará más mundano. La duda es cuántas veces más le veremos caer. A juzgar por el partido del Pizjuán y su victoria insuficiente, el Barcelona sigue siendo el Barcelona. Menos continuo y menos rotundo, pero un equipo con personalidad, fuerza y fe. Su forma de caer lo demostró y dignificó su figura y la del Sevilla, tenaz y terriblemente resistente. Murió arriba, remando hasta el final, rebelándose contra el destino, convirtiendo en héroe a Palop, rematando al poste... perdió en campo rival, tocando, jugando e intentándolo. Empujando, empujando y empujando. Así lo ha ganado todo y así ha perdido esta vez. Así es, en definitiva, este equipo en los días buenos y en los días malos. Con idea y espíritu, esta vez sin tino y sin suerte.
El reto era mayúsculo y a posteriori es fácil señalar a la alineación del Barcelona en la ida como clave de la eliminatoria. Entonces la política de rotaciones culé empujó al Sevilla hacia un triunfo que era más que oro, más que medio pase. Y llevó al Barcelona a un situación límite de la que finalmente no escapó. Aunque lo mereció en justicia. Su segunda parte fue excelente, llena de pasión y fútbol, con fe en su plan y en sus fuerzas. Convirtió el partido en un infierno para el Sevilla hasta el 0-1 y tuvo ocasiones para machacar después, en minutos de trueno y nervios. Pero el Sevilla aguantó, resistió cada embate a veces colgado de Palop, siempre a base de hacer kilómetros y aguantar la tortura en pie, asustado pero férreo, casi fanático.
El Sevilla, del plan a la épica

Y en la segunda parte apareció el Barcelona. Rotundo, majestuoso y con una intensidad brutal. Jugó al fútbol como sólo él parece saber hacerlo, entró por el centro y por las bandas, tocó a la velocidad de la luz y robó arriba, muy arriba. De repente apareció Xavi, aparecieron Messi e Iniesta y hasta un Ibrahimovic peleado consigo mismo y con el gol.

El Sevilla, a fuerza de no encajar y de resistir, volvió a creer y a sentirse vivo. Hasta obligó a Puyol, titánico en los minutos de la furia, a cortar un pase de Capel que estaba listo para embocar Negredo. En los minutos finales el partido se jugó entre faltas, tanganas e imprecisiones. Así que casi no se jugó y así se descosió la invulnerabilidad del Barcelona, ya con Bojan y Pedro en el campo, estrellado contra un muro pero entero y rabioso. Es la primera eliminatoria perdida desde la Champions de 2008 ante el Manchester. Un paso atrás en la carrera por los títulos, apenas un traspiés en una imagen golpeada por la derrota pero fortalecida por la caza sin suerte de la segunda parte. Para el Sevilla quedan los cuartos, la épica, la firma de lo que es casi una proeza. Y, mucho me temo, el cartel de gran favorito en esta Copa del Rey que ya no tiene campeón.
1 comentarios:
Buen resumen. Me ha gustado, y la música genial.
La verdad es que el FCB ha perdido, pero seguro que saben remontar el vuelo, seguir con su plan.
Son muy grandes!
Un saludo desde P.unto de Penalti
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